Entrevista de Colette Soler para el periódico “Estado de Minas” – 10/09/13

 1. El deseo está en el corazón del descubrimiento del inconsciente y del psicoanálisis… el deseo es la primera palabra: ¿es la última palabra del inconsciente y del psicoanálisis?

Colette Soler: Es simple: Al principio del psicoanálisis fue la primera y la única palabra de la interpretación freudiana. Al final con Lacan sigue siendo pero no completamente solo.

2-¿ El psicoanálisis, la filosofía, la publicidad también, parten del principio que el deseo señala la falta, pero se puede separar el deseo del goce y la satisfacción?

Colette Soler: El goce y la satisfacción son muy diferentes. El primero supone el cuerpo, la  segunda es un fenómeno del sujeto que tiene ese cuerpo. Generalmente el goce no satisface, el tiene incluso a menudo un parentesco con el dolor, desarmónico e insatisfactorio, y esto porque no hace vínculo con el Otro, separa incluso. En cuanto al deseo está por definición insatisfecho, falta de gozar, puesto que su causa es aquello que Freud llamaba el objeto originariamente perdido, y Lacan el objeto  a, como falta. Pero,  es posible, sin embargo, lo que es algo complejo, gozar de la falta de goce, ésta es una de las fórmulas del masoquismo dadas por Lacan.

3. ¿El Edipo, al principio del deseo inconsciente, tan controvertido en los años 70, es todavía de actualidad, corresponde a las nuevas configuraciones familiares?’

Colette Soler: No. El Edipo, tal como Freud lo introdujo, ya no es de actualidad. Sólo es la historieta, como dice Lacan. Digamos que es la novela familiar del psicoanálisis. Muy pronto, Lacan promovió, no un anti Edipo, sino un más allá del Edipo que no impugnaba sino que repensaba el Edipo, y sin sacrificar la cuestión crucial que era saber lo que funciona para los hablantes como principio de orientación de la libido y en consecuencia de sus posibles lazos sociales.

Ya que es necesario comprender, que, por definición, el deseo que se funda de una falta estructural, efecto de lenguaje, el deseo está orientado hacia el goce. Apunta a un goce que lo fija, sin por ello estancarlo. Es necesario terminar con la oposición binaria “deseo/goce”. Se puede desde luego gozar sin desear, e incluso desear sin gozar, a no ser que se trate de simple goce de la falta); todo deseo, sin embargo va hacia un complemento de su falta.

Será que nos estamos dando cuenta que cuando postulamos “no hay relación sexual”, que se repite con tanta frecuencia, recusamos de hecho el universal de la función paterna en cuanto a lo que se refiere a la orientación de los deseos sexuados?.

Esa constatación recusa particularmente, la metáfora del padre que él mismo Lacan produjo. Ese tema lo desarrollé hace mucho tiempo y retomé en mi libro  Lacan, el inconsciente reinventado.  Con esa metáfora Lacan hacía explícitamente del Padre un significante que, en el Otro, era el significante del Otro, de la ley del Otro, pero, sin embargo, el ha concluido rápidamente al revés “no hay Otro del Otro”, el Otro está barrado y no responde sobre la cuestión del goce. De ahí la cuestión  de saber lo que preside para cada uno a las vías de su propio deseo. Puede ser el modelo paterno, pero, se trata entonces, apenas de una solución entre otras posible. De ahí la fórmula que dice que la función Padre es una versión de síntoma: padre – versión.

Más generalmente, el fantasma es un montaje por el que el deseo se articula al objeto a, sin pasar necesariamente por el modelo de la función paterna, y la metonimia que vale para el deseo es tanto metonimia de más de goce que metonimia de la falta.

Sobre este punto Lacan con su más allá del Edipo anticipó y de manera impresionante sobre las evoluciones del siglo, dando a los analistas los primeros instrumentos conceptuales que permiten pensar el estado actual de la sociedad.

4. ¿Qué es lo que el psicoanálisis podría decir sobre las nuevas configuraciones familiares desde los matrimonios, adopciones, y educación de los niños por parejas del mismo sexo?

Colette Soler: Sobre esta clase de cuestión el psicoanalista no puede sino ” constatar” decía Lacan. Es decir que si se argumenta en pro o en contra, según la opinión de cada uno, no puede hacerlo en nombre del psicoanálisis.

Lo que es seguro sin embargo en la orientación lacaniana, con el más allá del Edipo conceptualizado por Lacan, es que la función Padre esta disyunta de la estructura de la familia tradicional.

5. ¿Qué decir  de la sexualidad infantil hoy?  ¿el niño es un perverso polimorfo?

Colette Soler: La sexualidad infantil es hoy lo que fue en tiempo de Freud. Al describirlo como lo hiso, Freud produjo un paso subversivo, cuyo alcance va bien más allá del niño. Que los goces llamados sexuales del niño no sean nada más que aquellos de las pulsiones parciales, vinculados al cuerpo propio y a sus zonas erógenas, esta obtenido. Quedaba por concluir como Lacan ha insistido que no es el niño quien es perverso polimorfo, sino el propio goce y no solo en el niño, estando ligado a la captura del lenguaje sobre el cuerpo, y al defecto correlativo de la relación sexual. A este respecto como Lacan lo dice, el adulto y el niño están en pie de igualdad. No es que un niño sea un adulto; pero la diferencia está en otra parte, está en otro lugar  — sí es que existen adultos…

6. Lacan refiere las patologías a modalidades  de deseos: deseo insatisfecho de la histérica, deseo imposible del obsesivo, deseo prevenido del fóbico y deseo masoquista del perverso: ¿los hombres están todos enfermos del deseo?

¿Cómo situar la psicosis con relación al deseo?

Colette Soler: El deseo, cualquiera que sea su forma, no es una patología, aunque los sujetos se quejen de él. Lo que puede hacer suponer eso, es que sus formas se ajustan más o menos a las normas del discurso social, el deseo en sí mismo es más o menos disidentes con relación a lo que llamamos la normalidad, “nor-mâle” (normal/nor-macho). Norma-macho dice Lacan, construida por el discurso, encaminada a fabricar dice, deseos o goces estándar. El psicoanalista no puede entrar en esa “caza de las diferencias”, que prevalece más siempre, en nombre de una falsa universalidad, que solo produce la homogeneidad y de lo mismo.

La cuestión del deseo en la psicosis es otra cosa. Ella propicia mostrar cómo una doctrina mal ajustada puede llevar a ignorar los hechos clínicos.

A partir del postulado de que es necesario el padre para generar el deseo, con la angustia de castración, se vieron analistas concluir que la psicosis excluía el deseo, o incluso la angustia. ¿Pero si observamos las figuras más eminentes de la psicosis, cómo sostener que les falta el deseo? Más bien, es necesario revisar el concepto de deseo, como los estoy invitando, ustedes lo están percibiendo,  yo creo. En cuanto a la angustia, si ella viniera del Padre, entonces las más fuertes, como las del melancólico, se volverían impensables.

7 ¿Usted invita  pues a revisar el concepto del deseo, el deseo no sería pues ya solamente un efecto de la castración, sino una causa del hablante, e incluso de la palabra?

Colette Soler: Sí. Es el lenguaje el que genera la causa del deseo, no el Padre cuya función es otra, que es más bien la de presentar una versión de deseo y de goce, es por lo que Lacan dice: padre-versión, (padre-versión/ perversión) versión hacia el Padre

8. ¿el mundo contemporáneo sufre del deseo o los desarreglos del goce?

“todo es posible, todo está permitido”: en el siglo XXI: ¿este sería el final del deseo?

Colette Soler: Parecen suponer que los más-de-goce ofrecidos por el capitalismo satisfacen. Lo que no es el caso. Observen lo que pasa en realidad. Todo está permitido, y trasformamos los deseos en derechos! todo se es posible, nosotros intentamos eso!  Y en  the land of plenty, el clamor de la insatisfacción del deseo asciende a proporción de las primas de goce.

9. El final  de la enseñanza de Lacan permite aún afirmar: ¿el deseo es el deseo del Otro?  ¿Las consecuencias de la enseñanza de Lacan al final y la localización del inconsciente real cambian algo al deseo?

Colette Soler: El deseo es deseo del Otro significaba que el deseo en su diferencia con la necesidad, es un efecto de la operación del lenguaje, la cual vacía el real y hace agujero allí. En este sentido, el Otro como lugar de la lengua es la condición del deseo, y se puede decir como lo ha hecho Lacan, “yo deseo en tanto que Otro”, porque el lenguaje se incorpora. Pero si se habla de lo que orienta el deseo de cada hablante, la única cosa que interesa al psicoanalista, entonces el deseo no es deseo del Otro, como lo dije en respuesta a su segunda pregunta.

La concepción del deseo y su lugar en la estructura no dejaron de cambiar en la enseñanza de Lacan que, a cada etapa reconfigura todas las nociones analíticas.

Recusar la metáfora era ya cambiar algo allí, como dije.

Proponer la concepción del objeto era otro paso.

Referirse al inconsciente real, a lalengua, y al anudamiento borromeo por el sinthome es aún otro paso, sí. Que debe ser elucidado. Es lo que comencé a hacer en mi libro  Lacan, el inconsciente reinventado.

Cuestiones de Dominique Fingermann