Preludio 15, Beatriz Zuluaga

Ética del deseo

“En el sueño era evidente que la niña llevaba muchos años frente a aquella ventana infinita tratando de terminar el racimo,  y que no tenía prisa porque sabía que en la última uva, estaba la muerte“
                                                                                                 “Del amor y otros demonios”
                                                                                                         Gabriel García Márquez

                                                                                                           

Terminando esta secuencia de Preludios  que anteceden nuestra Cita de Julio, es un hecho que para pensar el tema que nos reunirá en el VIII Encuentro de la EPFCL, se han dejado abiertas otras vías,  diferentes fisuras que en el horizonte del deseo, se articulan a eso  “indecidible” que constituye  el corazón mismo del psicoanálisis: el acto analítico, el final del análisis, el goce, el amor,  la relación entre los sexos, y por supuesto el objeto causa, para sólo nombrar algunos. Los Preludios como el dedo de San Juan, prometen que se irá más allá, que se habrá de empujar  en “contra” para evitar la “doxa”, apostándole a  eso que parece no interesarle a la humanidad. Al respecto, Freud desde sus Conferencias de Introducción al psicoanálisis, (1915-17) en el apartado II  sobre el sueño como cumplimiento de deseo,  intenta  transmitirle  a sus oyentes, lo nuevo de su descubrimiento. Pero si existe la pesadilla y el sueño de angustia, ¿dónde está Doctor Freud el cumplimiento del deseo?  Los legos, nos dice Freud, se empeñan en demostrarle que en las actividades oníricas, en lugar del placer obtenido por un deseo negado en la vigilia, se anuda constantemente el displacer. Pero detrás del contenido manifiesto,  hay deformación y censura, es esa la novedad, insiste Freud.  Sin embargo, lo que Freud le mostró al mundo, la novedad de su descubrimiento, que apuntó al deseo  insatisfecho o imposible, heredero de una satisfacción mítica e inolvidable, no es de interés para la humanidad. Esta, “tiene una tendencia instintiva a defenderse de las novedades intelectuales.” *(1) No hay interés sobre lo nuevo, y  menos aún, no existe  un deseo de saber sobre lo que compromete lo real, dirá posteriormente Lacan.

Pero a pesar de ello, las “paradojas del deseo” ya han librado  una primera elaboración en esta secuencia de Preludios, ya auguran un deseo de decir, más bien un medio-decir algo de ese real, producto de nuestra experiencia del saber.  Real que  acecha  nuestra formación; un real que de no contarse con él, aflojará las amarras que permiten “aislar esta experiencia de la terapéutica, que no sólo distorsiona el psicoanálisis por relajar su rigor” *(2).

 Lacan nos alertó siempre, pues  “para la humanidad el saber no está hecho puesto que no lo desea” *(3).  Se espera por lo tanto del  psicoanalista, sustraerse, saber ser   desecho de esa humanidad. Concluyendo entonces; nuestra verdadera paradoja, es la de  sostener un deseo  que no es ni articulable, ni nombrable, pues  sólo emerge en las paradojas del acto analítico mismo y ahí donde nos reunimos para hacer lazo de Escuela. Esperemos por lo tanto “satisfacción al final” en las elaboraciones posibles que proseguirán a estos Preludios, satisfacción que Lacan anuda al final de la experiencia pues esto “implica haber encontrado ese límite en el que se plantea toda la problemática del deseo” *(4)). Problemática  ligada a nuestra condición humana, a una relación fundamental con la muerte, pues nos confronta con la libertad trágica, esa de Edipo; la de tener que enfrentar las consecuencias de  haber “sabido del deseo”.

La Cita nos espera en París, aún nos espera un  tiempo  de elaboración, para a-cercarnos al tema que nos convoca. Una Cita que  hace de nuevo paradoja, pues Lacan manteniéndonos en el Seminario de la Ética, se pregunta: “¿qué sucede cada vez que suena para nosotros – la cita-  la hora del deseo? Pues bien uno no se aproxima y por las mejores razones” *(5). Pues bien vamos  “contra”,  vamos a a-cercarnos, pues contamos con  el deseo  que hasta hoy nos reúne, a pesar de lo paradójico que implica sostener y  decir sobre  lo “indecidible”.

-(1) S. Freud. “14 Conferencia. El cumplimiento de deseo (1915). En OC Vol XV. Amorrortu, Buenos Aires, Ed.Paidós, B. Aires, p.195-196.

-(2) J. Lacan, “Proposición del 9 de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. En Directorio de la EPFCL. Ed en español 2008-2010. p.272.

-(3) J. Lacan .”La Nota Italiana”,cit. p.300.

-(4) J. Lacan “La Demanda de Felicidad y la Promesa analítica”. En el Seminario, Libro VII, la  Etica del Psicoanálisis”, Ed Paidós, B. Aires,  pág. 357.

-(5)  Ibid, pág 261.